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domingo, 15 de julio de 2012

AUTOPSIA DE LA MONEDA NACIONAL


AUTOPSIA DE LA MONEDA NACIONAL

“El presupuesto del Estado debe estar equilibrado. Las deudas públicas han de reducirse. La arrogancia de las autoridades debe ser mermada y controlada. Los pagos a gobiernos extranjeros deben disminuirse para impedir la quiebra del Estado. La gente debe volver a trabajar en vez de vivir de cuenta del gobierno”. Marco Tulio Cicerón. Año 55 a. C.

Nacida en Buenos Aires, Argentina, el 5 de noviembre de 1881 conforme a lo establecido por la ley 1.130 que se sancionó para terminar con el caos en el intercambio económico, fue bautizada como Peso Moneda Nacional m$n ó $m/n. La ley establecía que la unidad monetaria argentina era el Peso de oro (1,61gr) y plata (25gr) y que los bancos debían regirse por ella. Esto terminó con el circulante que era en distintos valores e incluso en moneda extranjera. Por entonces un peso moneda nacional era convertible en un peso de oro sellado. Cinco pesos de oro eran igual a un peso argentino de oro.
La crisis de 1885 generó pérdidas en las reservas y obligó al gobierno a suspender la convertibilidad en oro de sus billetes hasta 1889. Ese año la ley 3.871 establece la nueva paridad cambiaria en 1$oro = 2,27m$n y siguió así hasta la primera guerra mundial.

En 1935 durante la década infame, se crea el Banco Central y la Casa de la Moneda es el único ente hábil para la emisión de divisas.

En 1944 en New Hampshire Estados Unidos de Norteamérica, finalizó la serie de reuniones que venían celebrándose desde hacía dos años en Bretton Woods.
Con el afán de conformar un nuevo orden mundial con vistas a la finalización de la segunda gran guerra, los acuerdos de Bretton Woods establecieron la paridad 35 u$s = una onza de oro. A partir de allí la moneda internacional para las transacciones y reservas fue el dólar norteamericano bajo la exigencia de sostener esta paridad.
Bretton Woods fue el punto de partida para la creación del Banco Mundial,  del Fondo Monetario Internacional y el nervio motor del subdesarrollo endémico.

En la Argentina de post-guerra se daban a la par de la aparición del peronismo y su posterior proscripción hasta 1972 una serie de devaluaciones que llevaron a promulgar en 1970 la ley 18.188 por la que 100m$n equivalían a 1$Ley18.188. En 1981 se llegó a emitir un billete de un millón de pesos Ley. En 1983 diez mil pesos Ley equivalían a un peso argentino. En 1985 mil pesos argentinos valían un austral. En 1992 diez mil australes equivalían a un peso de la nueva moneda vigente hasta hoy. Es decir que un peso de hoy equivale a 10.000.000.000.000 m$n (diez billones) al valor del año 1881. Este fenómeno se produjo desde 1970 (Levingston, presidente de facto) hasta 1992.

Hoy hay un sector de la población que compra dólares porque la moneda nacional no goza de buen prestigio, a juzgar por su historia clínica producto de la vida licenciosa que a sus mercedes lleva, y cambia sus ahorros por dólares.
Lo que desconoce quien opta por esto, es que producto del enorme gasto que produjo la guerra de Vietnam, Richard Nixon en 1971 decidió emitir moneda para paliar la enorme deuda externa. Esto produjo un descalabro porque el dólar ya no era equiparable a la razón 35 dólares = 1oz oro. Y esta fue la temática de Washington para hacer frente a sus enormes gastos. Desde entonces con la brutal emisión el dólar ha ido perdiendo su valor nominal y hoy no vale más que su peso en tinta y papel, no está respaldado más que en la creencia social de la solvencia del  país emisor, que es puesta en duda cada día por más razones. Hoy el dólar es un poderoso alucinógeno generador de fantasías.

Alejandro Magno dispuso para su funeral:

1. Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.

2. Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas) fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.
3. Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.

Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones. Alejandro le explicó:

1. Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.

2. Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.

3. Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.


















Es el tiempo nuestro único bien y es un recurso no renovable.

carlos alfredo saraví linares
Columnista invitado por Corrientes al Centro
año 1 – número 8 -  Julio 2012

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