Πετρέλαιον
- Petróleo
Por
carlos alfredo saraví linares
YPF S.A. LA NACIÓN
S.A. LA IGNORANCIA S.A. La historia oculta que esconde el aceite de la piedra
de la locura. Saber o no saber es una cuestión de dumping cuando la ignorancia
de la sociedad también es anónima. En agosto de 1804 “The American Daily Advertiser” periódico de
Filadelfia, anunciaba que Buenos Aires, el granero del mundo, y que se había
convertido en una ciudad británica merced a que un grupo de empresarios y
comerciantes había depuesto a la autoridad española.
Πετρέλαιον (petréleon).
Tal el nombre original de la criatura. Petróleo o aceite de roca es lo que indica
la palabra y que hasta mediados del siglo XIX era empleado en las lámparas de
iluminación y lubricantes.
Cuando Sigfried Marcus
inventó en Alemania el motor a explosión, Karl Benz armó con él el primer coche
automóvil que funcionaba a gasolina, y mientras que en Estados Unidos de
Norteamérica Henry Ford hacía sus primeros prototipos en Dearborn, el petróleo se convertía lentamente en el
aceite de la piedra de la locura… el oro negro.
En 1859 Edwin Drake
había descubierto la existencia de un yacimiento de petróleo en Titusville,
Pensilvania, y transformó a la ciudad en la productora más grande del país. Fue
en Cleveland que Samuel Andrews comenzó a refinar petróleo para obtener
kerosene y otros subproductos derivados.
A instancias de John
Rockefeller y Henry Flager se conformó la Rockefeller, Flager & Andrews Company
y esta fue la sociedad que dio origen a la conocida Standard Oil Corporation,
Esso. Como consecuencia de la fijación de precios predatorios conocida como “dumping”,
la Standard Oil Co. controlaba el 95% del mercado norteamericano hacia fines
del siglo XIX y desde esa posición consolidada se lanzó a conquistar el mercado
mundial con los mismos métodos
.
Al mismo tiempo, Marcus
Samuel (comerciante de conchas marinas)
financiado por la corona británica y Henry Deterding (que controlaba la Royal
Dutch Petroleum) con financiamiento de la corona holandesa, se asociaron en
1907 para explotar los pozos de petróleo hallados en Indonesia, dando lugar a
la Royal Dutch Shell. Entre 1908 y 1911 la Esso y la Shell protagonizaron una
guerra comercial en China que terminó con la repartición de mercados en la
región. Años más tarde la Shell llevó la disputa a los Estados Unidos obligando
a la Esso a reposicionarse y convertirse en productora buscando yacimientos en
todo el mundo.
Pocos años antes de la
segunda guerra mundial, el transporte por aire, mar y tierra era alimentado por
estas dos compañías. Durante la segunda guerra, Hitler, abastecido por la Esso,
llevó a cabo la “blitzkrieg” para más tarde atacar Rusia en busca del petróleo
del Cáucaso.
Latinoamérica tampoco
logró escapar de la avidez de estos predadores. Entre 1907 y 1920, a instancias
de la Esso y la Shell, Méjico padeció una brutal guerra civil que obligó a
Porfirio Diaz (por entonces presidente) a abandonar el país en 1911, merced a
un golpe de estado promovido por la prensa norteamericana y financiado y
provisto de armas fabricadas en los
Estados Unidos. Así Francisco Madero asumió el poder y, tras firmar un acuerdo
petrolero con Japón, fue asesinado al año siguiente por los sicarios de su
propio ministro de guerra Victoriano Huerta, quien cumplió órdenes de Henry
Wilson, embajador norteamericano en Méjico. Finalmente, y luego de que corriera
mucha sangre mejicana, el presidente Lázaro Cárdenas logró estatizar el
subsuelo y la producción de sus derivados en 1937.
Bolivia sufrió tres
guerras a causa de las materias primas. En 1879 contra Chile por los nitratos y
perdió la provincia de Antofagasta y con ella la salida al mar. En 1903 contra
Brasil en lo que se conoció como la guerra del caucho. Y por último en 1932 la
guerra contra el Paraguay por el hallazgo de un explorador de petróleo paraguayo
en el Chaco boliviano. Por entonces, Standard Oil explotaba el petróleo
boliviano y Shell el paraguayo.
En la Argentina en 1907
el General Enrique Mosconi descubre petróleo en Comodoro Rivadavia, Chubut y, a
instancias de Hipólito Yrigoyen, comienza a conformarse la primera empresa estatal
del mundo verticalmente integrada, productora de petróleo: YPF. El 16 de
octubre de 1922 el primer acto de gobierno de Marcelo T. de Alvear fue nombrar
a Enrique Mosconi como Director General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, cargo
que ocupó hasta 1930. Tal como su nombre lo indica, es el lugar donde yace el
aceite de roca que pertenece al tesoro público. La empresa ocupaba a 46.000
trabajadores argentinos. Cuando se estaban por firmar los protocolos de
integración se produjo el golpe de estado que derrocó a Yrigoyen y dio lugar a
la primera década infame del siglo XX en Argentina.
Para entonces la
Standard Oil (Esso) y la Royal Dutch Shell ya se disputaban en nuestro país la
extracción y la explotación, las refinerías y la comercialización de
subproductos en nombre de la tristemente célebre, dumping mediante, “libertad
de mercados”.
Aquel golpe de estado
fue impulsado y financiado también desde los principales medios periodísticos.
Recuerdo el pensamiento
del General Bartolomé Mitre “La Nación será una tribuna de doctrina” y desde
cuyas páginas se alentó siempre a la producción agropecuaria, marcando y con
todo derecho una directriz editorial de corte liberal conservadora. Desde sus
páginas editoriales se instaló aquello de que nuestro país era y debía ser el
granero del mundo desdeñando todo intento industrial, y esa prédica de alguna
manera influyó en la sociedad provocándose en ésta una historia de golpes de
estado cívico-militares como el del ’30, el del ’55, o el del ’62 contra Frondizi o contra
gobiernos que promovían el desarrollo industrial, la enseñanza y/o la salud
pública.
Cuando todavía los
libros escolares siguen reclamándole al Virrey Sobremonte por aquel primer
tesoro que los ingleses, con cómplices argentinos, robaron de Buenos Aires, pareciera
resultarles cáustico a muchos llamar al petróleo: tesoro público.
Fueron los hermanos
Rodríguez Peña, Nicolás y Saturnino, quienes
entregaron el tesoro de Buenos Aires al Comandante de la flota invasora, el
Comodoro Sir Home Popham, a cambio de un salvoconducto y un salario de 600
libras esterlinas al año. El tesoro había sido puesto a buen resguardo en Luján
y los Rodríguez Peña, mediante un ardid, engañaron a la guardia diciendo que lo
llevarían a Córdoba por orden del Cabildo. Sin embargo en nuestros libros de
historia todavía se culpa al marqués de Sobremonte.
71 barras de plata, 114
tercios de cuero con 342 mil pesos cada uno y 38 cajones con 76 mil pesos
llegaron a Portsmouth el 12 de Septiembre de 1806; la fecha es recordada aún
con una fiesta en aquella ciudad inglesa.
Cien años después Hipólito
Yrigoyen da lugar a la fundación de YPF Yacimientos Petrolíferos Fiscales. En 1992
(la segunda década infame del siglo) y bajo la influencia de argumentos
espúreos como “pagar la enorme deuda externa” la empresa se transforma en YPF
S.A. Yacimientos petrolíferos fiscales sociedad anónima. ¿Erario público o
sociedad anónima? ¿Yace el fisco o yace el petróleo? Que no se culpe a
Sobremonte otra vez, como en la historia mitrista, el español hizo lo que tenía
que hacer, poner a salvo el tesoro. Pero en este caso Repsol no es una empresa
española aunque sí fueron argentinos quienes convirtieron a esta parte del
tesoro público en propiedad privada.
Hay en la sociedad
personas para quienes la política y los políticos son verdaderamente un estorbo
y hacen yacer al fisco para hacerse del tesoro. Son sujetos que sólo están
sujetos a la única ley que respetan: la ley del mercado, la oferta y la
demanda. Para ellos la propiedad privada es más importante que la vida humana.
Los hemos visto aquí
estatizar la deuda privada y privatizar las empresas del estado, como los vemos
ahora en Estados Unidos echando mano al tesoro (un billón de dólares) para
salvar a la banca, o en Portugal, en Irlanda, en Grecia, en Italia o en España
misma, estatizando bancos para evitar la quiebra y las fracturas del monarca
cazador de elefantes y sus facturas.
Durante la segunda
década infame (de 1990 hasta 1999) treinta mil argentinos quedaron sin trabajo
viviendo en pueblos fantasmas como Cutral-có, Altos Hornos Zapla, Plaza Huincul,
o Campamento Vespucio en Salta. Entonces ya no se los llamó argentinos sino
piqueteros.
Hacia fines del siglo
XX el 53% de la población argentina quedó por debajo de la línea de pobreza. Esto
fue consecuencia de aceptar, no sin
remilgos, que la ley del mercado fuera más importante que la propia
Constitución Nacional.
Los hacedores de esta debacle son y fueron los mismos
que golpearon a lo largo del siglo gobiernos constitucionales para, con las Fuerzas
Armadas, tomar el poder, deshacerse de sus adversarios y saquear al Estado. Así
cayó Yrigoyen, así Perón, así Frondizi entre otros y más tarde YPF.
Son los mismos, antes
parapetados en los cuarteles, que ahora distorsionan la información desde los
principales medios de comunicación de los que son dueños para, a través de la
desinformación y la propaganda, provocar la sensación de caos.
En los tiempos de
Yrigoyen dos empresas petroleras se acercaron a negociar con el Gobierno
Argentino para que YPF no tuviera lugar en el reparto: la americana Standard
Oil y la anglo-holandesa Royal Dutch
Shell. Así les respondió el General Enrique Mosconi:
“Nuestras relaciones
exteriores no serán nunca influenciadas por las ‘representaciones amistosas’ de
las cancillerías extranjeras que respalden exigencias inauditas llamadas ‘derechos
adquiridos’ de sus organizaciones petrolíferas. El petróleo argentino es del
pueblo y para el pueblo argentino.”
Luego de esto cayó
Yrigoyen y su gobierno al paso de la Esso y de la Shell. Más tarde cayó Perón,
que había nacionalizado el subsuelo. Y por el mismo motivo, cayó Estela
Martínez de Perón.
Cualquier argumento es
válido para el poder económico, para el inane poder empresario, desde la
libertad de comercio hasta las jamás encontradas “armas químicas de destrucción
masiva”.
Cuando los que priman
son los intereses comerciales, financieros y empresarios todo vale, menos la
vida humana. Si es necesario invadir un país se lo invade con la fuerza militar
o por las nuevas verdades instaladas desde el dominio de los medios de
comunicación. Así está Europa, así nosotros.
En marzo de este año el
entonces candidato y hoy presidente electo de Francia, François Hollande decía
a los franceses: «...je vais vous dire qui est mon adversaire, mon véritable adversaire.
Il n'a pas de nom, pas de visage, pas de parti, il ne se présentera jamais
comme candidat, il ne sera pas élu mais pourtant il gouverne. Cet adversaire,
c'est le monde de la finance.»
“Yo
les voy a decir quién es mi adversario. Mi verdadero adversario no tiene nombre,
ni rostro, ni partido, ni se presentará jamás como candidato, ni será jamás elegido,
pero sin embargo es quien gobierna. Ese adversario es el mundo de las
finanzas.”
Tal vez no sea esta una
época de cambios sino un verdadero cambio de época y nosotros sus protagonistas
lanzados a proteger nuestro patrimonio de la locura que produce el aceite de
roca. No obstante, hay algo para festejar: La plena vigencia de la ley 26.522
de Servicios de comunicación audiovisual, alias “la ley de medios”.