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martes, 3 de julio de 2012

LANATA PLAGIÓ OTRA VEZ



O SEA:     QUÉ DECIMOS CUANDO HABLAMOS DE PLAGIO

Todas las palabras tienen un origen y una historia. La etimología da cuenta de ellas en palabras de trayectorias indelebles a pesar de sus más de dos mil quinientos años como la palabra "pagano", o con trayectorias evolutivas como "hereje", y con palabras con historias que más que historias son prontuarios como es el caso de la palabra "plagio".





Los antiguos y sabios griegos se referían en un principio a un árbol que da frutos en ambos lados, también a lo que es oblicuo o transversal, indirecto. Más tarde le llamaban así, por asociación al bribón, al trapacero, al que corre de acá para allá, al errante, al vagabundo, al inestable. Al que tiene el espíritu extraviado, al insensato, al indeterminado, al irresoluto, al que hace errar o vacilar. Esto conforme a lo que señala el diccionario griego-español de la editorial Sopena S.A. Barcelona España, publicado bajo la dirección de Florencio Yarza. De modo que es mucho más que un ladrón de ideas, de productos del trabajo o de escritos.


Los romanos por imitación emplearon la voz plagium para referirse a quienes empleaban esclavos ajenos en beneficio propio. 


Curiosamente plaga es la palabra madre de plagio y el plagio (lo que hace la plaga) era considerado un delito aberrante porque significaba la apropiación del trabajo ajeno para el beneficio propio por parte de quienes no son capaces de pensar por sí mismos. Según el derecho romano el plagio consistía en hurtar hijos o esclavos ajenos para usarlos en beneficio propio. (Masías 2004).


Para ponerlo en una palabra, es una conducta "parasitaria" como la del cuclillo o el pájaro cucú, célebre por poner los huevos en nido ajeno. El polluelo arroja los huevos originarios o mata a los polluelos que hayan nacido y los padres adoptivos terminan alimentando a un hijo que ya es más grande que ellos.


Acrocephalus scirpaceus alimentando a un pichón de cuco o cuclillo o cucú. 








Lanata plagió otra vez


O sea


Lanata es aquello que decían los griegos hace más de 2500 años: 


"El que corre de acá para allá, el errante, el vagabundo, el inestable. El que tiene el espíritu extraviado, el insensato, el indeterminado, el irresoluto, el que hace errar o vacilar." Eso es Lanata según los antiguos griegos.

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